Citando estas palabras de san Pablo, me complace enormemente decir "SÍ" al Todopoderoso por sus abundantes bendiciones sobre mí. Expreso mi gratitud a mis superiores por haberme elegido como misionera en Estambul, Turquía, donde estoy llamada a trabajar con personas de diferentes religiones. Con todo mi corazón, con gran alegría, he dicho "SÍ" al Señor poniendo mi confianza en la gracia siempre abundante de mi Divino Maestro para una misión eficaz para su gloria.

No siempre es fácil abandonar a su gente y su país, su cultura y sus tradiciones, y ser plantado en una situación muy desconocida. Confío y abro mi corazón a la invitación "a partir y a ir" hacia un lugar desconocido como nuestro Padre Abraham.

Al llegar a Italia mi primera aventura es aprender italiano para comunicarme con mis hermanas, así que empecé a asistir a la escuela de idiomas.

Fue una gran sorpresa para mí cuando Sr. Paola me contó de la celebración del mandato misionero de la diócesis de Roma y yo fui elegida para participar en él. Grandes emociones se derramaron en el corazón cuando me senté con los otros misioneros elegidos para el mandato; Ellos están destinados a ir a diferentes partes del mundo, como en la Amazonía, Indonesia, el Papa Nueva Guinea, etc. Sentí como si el mandato no estuviera limitado dentro de mi Congregación, sino que todos somos enviados por la Santa Madre Iglesia. Me sentí muy privilegiada. Era la única que iba a Turquía.

El 15 de octubre, en la basílica de San Juan de Letrán, la diócesis de Roma celebró una fiesta de la Misión con el tema "Seréis testigos" (Hch 1, 8). La celebración comenzó a las 15.00 con un hermoso concierto que presentó canciones muy significativas y entre los diversos cantos hubo testimonios eficaces y estimulantes de misioneros de diferentes partes del mundo.

Éramos 28 religiosos dispuestos a recibir el mandato y a partir a diferentes lugares para vivir la "Misión ad gentes". Algunos de ellos también expresaron su gran alegría al recibir el mandato y al ser enviados a la manera de Jesús y de los discípulos.

 Era realmente un clima de gran alegría. La oración de la vigilia estuvo bien animada por hermosos cantos y lecturas. Presidió la celebración mons. Benoni Ambarus, delegado diocesano para la Caridad y para los Migrantes. En su homilía nos recordó nuestra elección privilegiada de ser misioneros para el Señor en tierras lejanas y hacia personas desconocidas, pero con la certeza de sus palabras: "Estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos". El obispo nos bendijo a cada uno de nosotros y nos dio un crucifijo y una Biblia como símbolo de nuestro mandato: "lámpara a nuestros pasos" y alimento para nuestro alimento. He sentido una gran sensación de alegría, seguridad y coraje al aceptar ir a donde yo sea enviada. También sentí las manos protectoras de nuestra Santísima Virgen María dispuestas a acompañarme en mi camino.

Agradezco a todos, especialmente a la hermana Paola Dotti, nuestra superiora general, que me ha dado la oportunidad de participar en esta conmovedora celebración y también por su presencia y la de tantas hermanas nuestras que han venido a celebrar la fiesta de la misión y mi mandato misionero.

Sor Bindhu Joseph Kolencherry